viernes, 6 de noviembre de 2015

Un trabajo fuera de la carcel

Suena el nombre de una persona presa por la megafonía de la cárcel. Abrazos de los compañeros y aplausos. Por fin sale en tercer grado o libertad condicional tras años entre muros. Los funcionarios le hacen entrega del certificado con el tiempo que ha estado encerrado, otro sanitario y los títulos formativos y profesionales si los hubiera adquirido. Lo que le queda del peculio (asignación económica) decide regalarlo a un compañero de dentro. La prisión le entrega algo de dinero para pagar el transporte hasta la ciudad y le explican cómo solicitar el subsidio por excarcelación, en el caso de que haya estado encerrado más de seis meses. Y hasta ahí llegan los recursos dispuestos por la Administración para las personas que salen de prisión.

El subsidio por excarcelación, si no se tiene derecho a una prestación contributiva y se ha estado en prisión al menos seis meses, es el único recurso dispuesto por la Admi­nis­tración para los exreclusos. De ahí, el siguiente paso es acudir a una de las organizaciones que tienen programas de acompañamiento para recibir apoyo en la búsqueda de empleo y, en el caso de no tener una vivienda en la que alojarse, acudir a los albergues municipales o a los cada vez más escasos pisos de acogida a presos y personas que salen de la cárcel gestionados por organizaciones sociales.

La mayoría de los exreclusos que consiguen empleo con contrato lo alternan con periodos de desempleo y, en la mayoría de casos, los trabajos a los que acceden son manuales poco cualificados, con contratos de duración breve. En el caso de las mujeres, hay algo más de facilidad a la hora de encontrar trabajos, aunque generalmente serán trabajos relacionados con los cuidados y sin contrato.

Aunque la reinserción social es, en teoría, el objetivo último del sistema penal, las necesidades de las personas que salen de prisión evidencian lo contrario, que la pena de prisión, además de tal vez no reinsertar, deso­cializa. Si el Estado ofreciera recursos, estaría evidenciando que la prisión, lejos de cumplir los fines que constitucionalmente tiene encomendados, genera otros problemas y de mayor importancia, y que el perfil de delincuencia desaparecería con políticas sociales justas.

Por suerte en algunos paises a los expresidiarios se les otorgan mas ayudas y consiguen reinsertarse en el mercado laboral:



No hay comentarios:

Publicar un comentario