El Consejo de la Juventud
arranca la descripción sobre la generación joven aludiendo a ella como
"uno de los colectivos más afectados por la reciente crisis
económica", blandiendo el dato del 30% de población joven en riesgo de
exclusión social. La situación que dibuja es la de una juventud empobrecida,
apoyada en sus padres y abuelos, sin trabajo (o con empleo precario), incapaz
de formar su propia familia. Una amenaza para las tasas de fecundidad y el
sistema público de pensiones, defienden sus autores. Desempleo juvenil récord,
tasa de parcialidad en el empleo por encima de la media europea y una
emigración creciente marcan a los jóvenes de la crisis
En lo laboral, los autores
destacan el dato del desempleo juvenil que padece el 42,4% de la generación de
entre 15 y 29 años (cifras 2013, Eurostat). El desempleo en España es mayor
cuanto menor es el nivel educativo, así, se situaría en el 49,1% de quienes no
tienen estudios superiores y afectaría al 30,3% de las personas con titulación
universitaria.
El informe subraya la gran
implantación del empleo a tiempo parcial entre los jóvenes. En 2013, este tipo
de jornada superó en España por primera vez a la tasa europea (27%), alcanzando
un 27,3% de los empleos juveniles. En el año 1995, tan solo el 9,9% del empleo
juvenil era a tiempo parcial. Este incremento, sin embargo, se ha producido en
contra de su voluntad, pues el 68,2% de los que tienen empleo parcial aseguran
que desearían que fuera a tiempo completo.
En cuanto a los estudios,
el Consejo de la Juventud destaca la sobrecualificación de unos jóvenes en cuya
formación se ha invertido más que en la de la generación de sus padres. Sin
embargo, denuncian que continúa existiendo una altísima cifra de ni-nis,
"un 22,5% de personas entre 15 y 29 años que ni estudian ni
trabajan". Esta inactividad tiene también un coste económico para el
Estado, que los investigadores cuantifican en algo más de 17.359 millones de
euros, o lo que equivaldría al 1,69% del PIB.
Para medir el impacto
económico de la "fuga de cerebros", los investigadores han tomado
como referencia los 43.600 jóvenes que se marcharon a vivir al extranjero en
2013. La falta de información detallada sobre los que se exilian obligó a
realizar cálculos con dos escenarios posibles. En el primero presuponen a los
exiliados una formación equivalente a la que del conjunto de la juventud
española. En este escenario, el más conservador, el coste anual de emigración
(sumando lo invertido en su formación y lo que se deja de recaudar fiscalmente
por su trabajo) equivale a 3.020 millones de euros. El segundo escenario,
suponiendo que se marchan los jóvenes más formados, el coste sube hasta los
3.971 millones al año.
Creemos firmemente que un
país que quiere evolucionar económicamente y salir de una situación de
precariedad continúa, lo primero que debería incentivar es el empleo en
jóvenes, con medidas como reducir la edad de jubilación, promover contratos de
larga duración y de formación, ya que toda esta situación nos lleva a tener una
tasa desmesurada de jóvenes con demasiada cualificación y poca o ninguna
experiencia laboral.
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